A la hora de elegir una chinchilla podemos fijarnos en varios parámetros para obtener un ejemplar de calidad. Una de las cosas más importante es el pelaje, que ha de ser suave a la vez que denso. Si soplamos sobre él y formamos pequeñas calvas deben volver a su estado original cuando dejemos de hacerlo. La complexión debe ser robusta de cabeza, ancha de hombros, cuello y cadera. Una chinchilla de caderas estrechas puede derivar en problemas a la hora de reproducirse.

 

El tamaño de nuestra chinchilla ha de ser medio, pesando entre 500 y 700 gramos. En exposiciones peleteras se aprecian los tamaños grandes, porque significa mayor productividad, pero como mascota, cuando más pequeña, mejor. Se recomienda que las orejas sean pequeñas y redondeadas.

 

En el color de todas las mutaciones debe ausenciarse el marrón amarillento, incluso para las de tonalidades beig. En las de variedad ebony debe primar el negro azulado.

 

 

 

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